“Mi carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida. El que come mi Carne y bebe mi Sangre permanece en Mí y Yo en él”. (Jn. 6, 55-56).-
En la Semana de Pasión muchos católicos recuerdan que la Iglesia prohíbe comer carne alguna el Miércoles y Viernes Santo, días en los que además aconseja el ayuno, (salvo que pagues la gula, que es un negocio muy bien montado por los curas y superiores). Es conocido también que judíos y musulmanes creyentes no comen carne de cerdo. Y es que desde tiempos la religión no sólo ha buscado alimentar el alma, sino también el cuerpo de los fieles, con sus fatales consecuencias, incluso llegando a la muerte por no comer, habiendo de donde comer.
Casi todas las religiones han custodiado alimentos prohibidos a lo largo de su historia. Así lo que es lícito o no lícito comer se convirtió en cada religión en reglas inquebrantables para alcanzar la pureza espiritual. Tal vez la católica, sea la más benevolente y no tan exageradamente alarmante (culinariamente hablando) como la musulmana, donde tanto los alimentos “puros” como el método de su manufactura recibe el nombre de “Halal”, que en árabe significa ‘lo permitido. O “Haram”; lo prohibido, no ético o abusivo.
Los preceptos de la religión judía que trata de lo que los practicantes pueden y no pueden ingerir, basado en los preceptos bíblicos del Levítico se les llama “Kosher”( o la industria vigilada por el rabino).
La mayor parte de la gente sólo es consciente de una pequeña parte de la diversidad de alternativas en los estilos de vida. Si queremos pasar del mito y la leyenda a la conciencia madura, tenemos que comparar toda la variedad de culturas pasadas y presentes. El hambre, la guerra, el sexismo, la tortura y la explotación, esas palabras y sus hechos si que los conocemos bien e incluso somos parte culpable de ellas y, pocas cosas nos hacen más humanos que el acto de cocinar nuestros alimentos. Ya lo decía James Boswell, que definió al Hombre como “un animal que cocina”. No se tiene noticias de otro animal que prepare con tanto cuidado su comida antes de llevársela a la boca. No sé vosotros, pero yo soy de los que piensa que hay que probar de todo al menos una vez. Ya luego uno decidirá si le gusta o no, y puede que muchas veces se equivoque y en una próxima ocasión saboree con placer lo que en una anterior oportunidad encontró desagradable. Pero el ser humano, ese animal racional pensante, capaz de discernir entre el bien y el mal, ha sacralizado todo aquello que le era beneficioso. La comida, entre esos beneficios, fue motivo de adoración simbolizando en algunos alimentos básicos la fuerza mágica de un ser supremo que les aportaba la vida. O dicho de otra manera, alimentos tabú que por razones culturales o religiosas no se consideran aceptables para su consumo.
Los insectos, ejemplo claro de tabú en occidente, son considerados en algunos países de Asia, África y América Latina como alimentos alternativos o casi básicos. Bueno, vale…Los chapulines fritos con crema de calabaza está de “muerte”.
Como ya dije, la religión Judía como en la Musulmana, la carne de cerdo es un tabú. Los textos sagrados de ambas prohíben el consumo de esta carne. La Torá prohíbe el consumo en crudo de una gran cantidad de animales, y esta prohibición afecta también al cerdo doméstico.
Y el que más me llama la atención desde mi mundo occidental es sin duda, y uno de los más conocidos tabúes alimentarios, es la prohibición religiosa del Hinduismo de sacrificar y comer la carne de los vacunos, en especial la de las vacas, que son consideradas divinas e inviolables. La idea de que pudiera haber una explicación práctica del amor hindú a las vacas resulta más desconcertante para los occidentales que para los propios hindúes.
El origen de esta costumbre se pierde en el pasado. Hace casi 2.500 años, el crecimiento demográfico en la India provocó la reducción de las tierras de pasto en favor de los cultivos de hortalizas. Las vacas, cada vez menos numerosas, fueron entonces conservadas por su leche y abono. Esto coincide con la llegada a aquel país del budismo, religión que protege a estos rumiantes; igual lo que no sabéis es que la vaca sagrada no es un vaca, es un Cebú. Y de la bosta (excremento) del Cebú nace el cucumelo, hongo alucinógeno de color dorado y azul; azul es la psilocibina, compuesto alucinogeno. Y azules y dorados son los colores de Krishna la representación divina de Prithivi Mata (la Madre Tierra). Y aquí es donde empieza mi historia y acaba; mis fotos.
“El ser humano es esclavo del lugar donde nació, de sus genes, de su herencia cultural y de la selección natural. La ignorancia, el miedo y el conflicto son los elementos básicos de la conciencia cotidiana.”